OPINIÓN - En menos de 15 días, la estantería pugilística de Mendoza se vio sacudida por dos buenas noticias que prometen despertar el boxeo local, el cual, por hache o por be, este año se vio envuelto en diversos focos de conflictos casi irremediables.

La primera de ellas llegó desde Europa: Juan Carrasco ya tiene nombre propio y dejó de ser el “hermano del Gúmer”, puesto que fue convocado por Milano Thunder para participar en la segunda edición de la Serie Mundial, que comenzará a rodar el próximo viernes.

La otra, y quizá la más importante de las dos, llegó con acento cubano: “oye chico”, le debe haber dicho Sarbelio Fuentes a Pablo Chacón antes de proponerle formar parte de un nuevo proceso dentro de la selección nacional amateur que culminará luego de los Juegos Olímpicos de Londres, ya que tras esa fecha se termina el contrato del caribeño, quien desde Atlanta ‘96 y mucho tiempo antes también mostró una debilidad por el Relámpago, boxeador que a la larga se transformó en su obra maestra dentro de su currículum.

Estas noticias son para alegrarse y, por qué no, descorchar un buen vinito y brindar por el deporte de los puños, ese que este año tuvo varios sacudones con el conflicto entre Reveco y Osvaldo Rivero (pinta para largo), la derrota de Jonathan Barros a manos de Celestino Caballero (incluyó problemas dentro del rincón que produjeron el alejamiento de Ramón Balbino Soria) y la falta de compromiso de algunos técnicos y dirigentes para con el boxeo amateur.

El 2011 se está yendo y con él un calendario que supo tener a tres campeones mundiales en simultáneo, a pesar de que la “escuela” amateur se encuentra dormida y prácticamente sin exponentes para destacar.

Lo bueno es que el tiempo pasa rápido y en menos de dos meses estaremos transitando un año nuevo, que tendrá a Juancito Carrasco peleando por el mundo y a Pablo Chacón, tal vez, con el buzo de la selección nacional, como en Atlanta 1996.

Por Juani Blanco