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El viejo entablonado, donde supieron guantear viejas glorias del boxeo mendocino, ya no cruje. Las bolsas que se movían con ritmo pendular colgaron por última vez del techo de chapa. El ruido de la pera, golpeando una y otra vez contra la madera, es un sonido silencioso.

La puerta del gimnasio Luis Ángel Firpo se abrió por última vez antes de que comience la demolición. Y no fue para que los chicos realizaran una rutina de entrenamiento, fue para que la familia Corro despidiera la vieja construcción como más se lo merece: con un asado al que asistieron, además, amigos de la institución de calle Corrientes 202 de Ciudad.

La fachada dentro de un tiempo no será la misma, ya que allí se levantará un gimnasio municipal totalmente nuevo, aunque la esencia de las enseñanzas de Diego Rodríguez, quien se apodó Corrientes, seguirán presentes, ahora de la mano de Osvaldo Corro, a lo largo de muchas generaciones más.

El olor a sudor mermó. Las penumbras comenzaron a aparecer, aunque con ellas afloró el recuerdo de Hugo Pastor Corro, ese hijo pródigo del Firpo que se coronó campeón mundial mediano en 1978, y de otras tantas figuras como Patricio Díaz, Carlos y Jorge Corro, Juan Carlos El Violín Salgado, Antonio El Gigante de la Feria Figueroa, los hermanos Palacios, Dante Cerradilla, Elio Ibarra, Pablo Castellino, Orlando Olivares, Daniel Eduardo Brizuela, Patricio Pedrero, Claudio Tapia y Gumersindo y Juancito Carrasco.

La vieja etapa del Firpo, que comenzó a funcionar en la década del '50 y en los ´70 se instaló en su actual ubicación, se cerró con entrañables recuerdos. La nueva aflora como un hecho sin precedentes para un gimnasio que supo nutrir al boxeo mendocino.

Por Juan Ignacio Blanco, para Diario UNO
Foto: Raúl Armando Adriazola
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