El popular Carnicero venció por puntos al brasileño Rio y así conservó su diadema liviana, versión CMP, en la cancha del Atlético Palmira.
Por Juan Ignacio Blanco
Foto: Gentileza Diario UNO de Mendoza
Los cuatro cambios de rivales, en menos de 15 días, el calor sofocante que reinó en la tarde Jarillera, el desmaño del rival al momento de boxear y otros tantos factores, fueron los causales de que Diego Jesús Ponce (22-6-3, 5KO - 61,200 kilos) defendiera con éxito por puntos, pero si lucir, su título universal liviano, versión Comisión Mundial de Pugilismo, ante Edilson Rio (8-10-0, 6KO - 61,100).
Tras 10 extenuantes asaltos -todos los títulos mundiales se pelean a 12 vueltas- el popular Carnicero pudo festejar, tras escuchar el fallo (100-91, 100-90 y 99-90), con las 4.000 personas apostadas en el estadio del Atlético Palmira que alentaron a más no poder al pugilista local.
El calor reinaba y Ponce salía a escena con el plus de tener mayor talla que su rival brasileño, quien por su contextura física tranquilamente se puede encuadrar dentro de los supergallos.
Pero ese factor benéfico no lo pudo aprovechar porque, si bien en el segundo asalto Pánico quedó sentido por dos ganchos al hígado, el Carnicero nunca le encontró la vuelta y la distancia al combate titular que significó la primera defensa efectiva de la diadema mundial alcanzada el pasado mes de febrero al vencer por KOT3 al también brasileño Juciel Nascimento.
Pánico Rio se movilizaba por el cuadrilátero buscando los huecos en un Ponce estático que en vez de aprovechar el largo de brazos, siempre daba un paso de más quedando en el cuerpo a cuerpo sin ángulo para las descargas.
A pesar de eso, nunca corrió peligro y fue ampliamente superior.
Entrados en la quinta vuelta, el pupilo del Caco Ponce, a simple vista, pareció estar ahogado, y eso se notó en la falta de potencia al momento de las descargas a la zona blanda del escueto brasileño, quien apostaba a un desmañado upper por dentro y a un boleado cross de izquierda que en más de una oportunidad quedó dibujado en el aire palmirense.
La pelea era chata y Ponce caía en el mismo libreto: buscar la apertura con izquierda en punta y tratar de meterse con los ganchos, pero el paso de más siempre fue un error recurrente que, en la novena vuelta, se transformó en un corte en su ceja producto de un reiterado cabezazo del paulista al que le valió el descuento de un punto.
Ponce cumplió ante su gente y, a pesar de lo deslucido de la pelea, el pueblo jarillero festejó con el campeón.
Por Juan Ignacio Blanco
Foto: Gentileza Diario UNO de Mendoza
Los cuatro cambios de rivales, en menos de 15 días, el calor sofocante que reinó en la tarde Jarillera, el desmaño del rival al momento de boxear y otros tantos factores, fueron los causales de que Diego Jesús Ponce (22-6-3, 5KO - 61,200 kilos) defendiera con éxito por puntos, pero si lucir, su título universal liviano, versión Comisión Mundial de Pugilismo, ante Edilson Rio (8-10-0, 6KO - 61,100).
Tras 10 extenuantes asaltos -todos los títulos mundiales se pelean a 12 vueltas- el popular Carnicero pudo festejar, tras escuchar el fallo (100-91, 100-90 y 99-90), con las 4.000 personas apostadas en el estadio del Atlético Palmira que alentaron a más no poder al pugilista local.
El calor reinaba y Ponce salía a escena con el plus de tener mayor talla que su rival brasileño, quien por su contextura física tranquilamente se puede encuadrar dentro de los supergallos.
Pero ese factor benéfico no lo pudo aprovechar porque, si bien en el segundo asalto Pánico quedó sentido por dos ganchos al hígado, el Carnicero nunca le encontró la vuelta y la distancia al combate titular que significó la primera defensa efectiva de la diadema mundial alcanzada el pasado mes de febrero al vencer por KOT3 al también brasileño Juciel Nascimento.
Pánico Rio se movilizaba por el cuadrilátero buscando los huecos en un Ponce estático que en vez de aprovechar el largo de brazos, siempre daba un paso de más quedando en el cuerpo a cuerpo sin ángulo para las descargas.
A pesar de eso, nunca corrió peligro y fue ampliamente superior.
Entrados en la quinta vuelta, el pupilo del Caco Ponce, a simple vista, pareció estar ahogado, y eso se notó en la falta de potencia al momento de las descargas a la zona blanda del escueto brasileño, quien apostaba a un desmañado upper por dentro y a un boleado cross de izquierda que en más de una oportunidad quedó dibujado en el aire palmirense.
La pelea era chata y Ponce caía en el mismo libreto: buscar la apertura con izquierda en punta y tratar de meterse con los ganchos, pero el paso de más siempre fue un error recurrente que, en la novena vuelta, se transformó en un corte en su ceja producto de un reiterado cabezazo del paulista al que le valió el descuento de un punto.
Ponce cumplió ante su gente y, a pesar de lo deslucido de la pelea, el pueblo jarillero festejó con el campeón.