OPINIÓN - Las luces lo encandilaron y la gloria de antaño le pesó más de la cuenta en un Luna Park exigente y “mal” acostumbrado por los exquisitos esgrimistas mendocinos que brillaron en el mítico estadio de Corrientes y Bouchard.
El nuevo Jonathan Barros, ese que no fue ni la sombra del viejo Yoni, no tuvo respuestas ante un inspiradísimo Celestino Caballero, quien a lo largo de los 12 asaltos le brindó una magnífica cátedra de boxeo poco ortodoxo, pero cátedra al fin.
El título mundial pluma de
Barros no lució su mejor boxeo. De eso no quedan dudas. Estuvo carente de armas ofensivas y muy lejos de tener un plan de pelea sólido que le permitiera incomodar al por entonces número uno del ranking de las 126 libras.
Fue tosco y con errores recurrentes, y eso el panameño no lo perdonó, sobre todo cuando trabajó sobre los envíos de un mendocino que llegaba a la zona de alto impacto totalmente desarmado y con muchos planos de ataque al descubierto.
Pelenchín fue un relojito cuando se lo propuso y cauto cuando tuvo que serlo. Sabía que debía despejar todas las dudas de la primera pelea para poder llevarse el título a casa y transformarse en uno de los pocos panameños campeones mundiales en dos divisionales. Y lo logró, más allá de su mérito propio, por inoperancia del Yoni quien encandilado por el campeonato mundial creyó estar en un nivel alto cuando en realidad demostró que estuvo muy lejos de aquel que el año pasado, en Hamburgo, le hiciera una muy buena pelea al por entonces campeón cubano Yuriorkis Gamboa.
Pero no es su culpa. El hizo lo que pudo. Pero se dejó influenciar por gente que por ahí no tiene nada que hacer dentro del rincón. Le hicieron creer que era Floyd Mayweather junior en vez de hacerle ver que en la humildad se basa el mejor de los laburos. El caso más puntual es que algunos salieron a decir que el Yoni era el único campeón mundial de Mendoza, obviando a Juan Carlos Reveco y Yésica Marcos, quienes a diferencia del guaymallino que ostentaba un campeonato regular, tienen en su poder interinatos, algo que también los acredita como titulares ecuménicos. Una estupidez sin sentido que sólo logró confundir más al ex Pablo Chacón.
Los errores se pagan caro y eso, de ahora en más, es algo que el Yoni, un boxeador exquisito que en sus últimas dos peleas estuvo lejos de serlo, ya lo sabe, aunque debe digerirlo en su debido tiempo en la reclusión con sus seres queridos.
Luego de eso, vendrán tiempos de replanteo y vuelta al ruedo. Barros deberá limpiar la imagen, tachar lo vivido (no olvidarlo) y comenzar de nuevo un camino que seguramente se tornará muy cuesta arriba.
Las condiciones están. Sólo falta un buen guiamiento de este muchacho que ya imprimió su nombre en el historial de los campeones mundiales mendocinos.
Por Juani Blanco
juaniblanco@boxingclubmendoza.com
Foto: Gentileza Ramón Cairo